Comentario
Las sucesivas presidencias del general Eisenhower y de Kennedy en los Estados Unidos pueden ser consideradas, desde una óptica posterior, como por completo heterogéneas, cuando en realidad no lo fueron en absoluto. Dominadas todavía por el espíritu de la guerra fría, en ambas, prosiguiendo un crecimiento económico espectacular, nació una civilización del consumo que, con el transcurso del tiempo, habría de extenderse a la totalidad de la superficie del globo como una especie de revolución.
Pero esta etapa, nacida del conformismo, acabó por engendrar su propia conciencia autocrítica, fenómeno ya patente a partir de mediada la década de los cincuenta, pero solamente desarrollado con posterioridad. Su existencia misma marca ya una distancia entre los dos presidentes que, por otra parte, resultaron también muy distintos en talante, formación, experiencias personales e, incluso, colaboradores. No obstante, el predominante optimismo ambiental de la década de los cincuenta no quebró al comienzo de los sesenta, sino al final de los mismos, lo que contribuye a ratificar la impresión de homogeneidad de ambos periodos presidenciales.